CÓMO SABER SI TU PERRO ESTÁ EMOCIONALMENTE DESREGULADO (Y NO ES QUE “SEA ASÍ”)
Cuando hablamos de desregulación emocional canina, no estamos hablando de perros “nerviosos” o “excitables por naturaleza”. Estamos hablando de una alteración en su sistema nervioso, que hace que el perro no pueda adaptarse al entorno con flexibilidad ni recuperar la calma después de un estímulo.
Un perro emocionalmente desregulado vive en un estado de hipervigilancia o hiperactividad, a veces constante, a veces intermitente. Su sistema simpático —el que activa la respuesta de alerta— está sobreactivado, y su sistema parasimpático —el que ayuda a calmarse— no sabe cuándo ni cómo intervenir.
Este estado no se corrige con ejercicio físico, ni con normas, ni con premios.
Se sostiene, se acompaña, se reeduca desde el vínculo emocional, rutinas predecibles y la regulación mutua.
Mini test: ¿Tu perro está desregulado?
Responde mentalmente a estas preguntas. No lo pienses demasiado. Solo siente si te suena.
• ¿Se activa con facilidad ante estímulos leves (un ruido, una visita, un cambio mínimo)?
• ¿Parece estar siempre “esperando que pase algo”?
• ¿Te busca constantemente, pero no se calma contigo?
• ¿Le cuesta dormirse o descansar profundamente?
• ¿Después del paseo está más alterado que antes?
• ¿Reacciona con intensidad en situaciones neutras?
• ¿Pide afecto, pero cuando lo recibe se excita más?
Si has respondido “sí” a tres o más… no estás conviviendo con un perro travieso, desobediente o “demasiado listo”.
Estás conviviendo con un perro que no sabe calmarse.
Y eso no lo define como individuo.
Lo define como alguien que no ha aprendido —o ha olvidado— cómo volver a su centro.
“Siempre ha sido así” no significa que esté bien
Es fácil pensar que si el perro es así desde cachorro, entonces es su carácter.
Y claro, hay perros con más energía, más sensibilidad, más necesidad de movimiento o estímulo.
Pero no saber parar, no saber descansar, no saber aburrirse… no es carácter.
Es desregulación.
Es como vivir en una casa sin interruptores.
Todo encendido. Todo el tiempo.
No es una personalidad. Es agotamiento.
Y lo más peligroso no es que pase, es que nos acostumbremos. O que nos demos por vencidos y el perro acabe en la perrera o en un terreno solo.
¿Y si simplemente está respondiendo a su entorno?
Porque un perro que vive en un entorno donde todo está activado —el tutor, el ruido, las rutinas caóticas, la tensión emocional— va a responder con activación.
Y si cada vez que se activa tú también lo haces, si tú no puedes parar, si tú no sabes bajar…
¿cómo va a aprender él a hacerlo?
Y ante todo, decirte que esto no va de culpa. Va de darnos cuenta de la situación.
Una vez que eres consciente de lo que realmente está pasando, ya no puedes volver a llamarlo “malo” o “intenso”.
Ya no puedes pensar que “no te hace caso”.
Porque empiezas a ver que no está desafiándote. Está pidiéndote ayuda.